“Nos toca abrir camino: ojalá esto sirva para que otros años se animen más almadieras y almadieros”
Entrevista realizada con la colaboración de Alicia Ezker.
Los tiempos cambian, las tradiciones tratan de mantenerse y para ello es esencial que las nuevas generaciones las conozcan y las integren como suyas. Cambios sociales que están implicando en muchos casos la incorporación de las mujeres a facetas, oficios, tradiciones y empleos tradicionalmente masculinos. Una muestra de ello es el oficio de almadieros, una práctica ya desaparecida como sector económico pero recuperada en el Pirineo Navarro con carácter lúdico gracias a la celebración del Día de la Almadía en Burgui.
Antes y ahora quienes almadiaban eran los hombres, las mujeres tenían otras muchas tareas en aquellos años, también muy duras, pero no bajaron en las almadías ni trabajaban en su elaboración salvo alguna ayuda puntual. Las mujeres, según nos han contado quienes vivieron aquellos años de almadieros, siempre de alguna manera estaban detrás, como en otros tantos oficios. Llevando la casa, la huerta, la crianza, de lavanderas pero algunas veces también ayudando en la preparación de las embarcaciones.
Tras la recuperación de este oficio y la celebración del Día de la Almadía en Burgui, han sido ya varias las mujeres que han bajado por el río como invitadas u homenajeadas, pero nunca hasta ahora habían participado en la elaboración de este medio de transporte por el río como auténticas almadieras.
Los tiempos cambian. Este año, dos jóvenes de Burgui, Virginia Laspidea Ustés y Leyre Marco Sanz cogerán el testigo y escribirán un nuevo capitulo en la historia de esta tradición. Virginia, estudiante de Bioquímica que actualmente realiza un máster en Investigación de cáncer y Leyre estudiante de 5º de medicina, se han animado a ser almadieras del siglo XXI. Con los estudios no tienen mucho tiempo, pero saben en qué invertirlo. Están contentas y un poco nerviosas. Son conscientes de la responsabilidad de abrir camino a otras jóvenes y creen que solo con el compromiso de las nuevas generaciones, hombres y mujeres, se podrán mantener este tipo de fiestas.
¿En vuestras familias había tradición almadiera?
¿Si es así, podéis contárnosla?Si no es así, ¿de dónde os viene esta inquietud por querer vivir en primera persona esta tradición?
En mi familia (Leyre) mi abuelo materno, Tomás, fue almadiero. En parte de ahí me viene esa inquietud, creo que le hace ilusión que haga esto. Mi abuelo ha trabajado toda la vida en la madera, la verdad es que es un trabajo muy duro, sobre todo por las condiciones físicas. Pero, desde que era pequeña me ha transmitido el amor que tiene hacia el monte. Y a pesar de lo duro que es el oficio de maderista, él siempre tiene mil anécdotas, historias y buenos recuerdos de cuando era almadiero. Mi primo Alayn también me animó a que me apuntara a las salidas almadieras. Creo que es un tipo de trabajo que nunca me hubiera imaginado hacer y hay que vivir todas las experiencias que se pueda. Así podré imaginarme de otra manera todo lo que mi abuelo me cuenta.
En mi caso (Virginia) no hay una tradición familiar, nadie de mi familia se dedicaba al oficio de la madera. Ha sido una inquietud más por ser de Burgui. Yo he nacido en el pueblo y me he criado con esta fiesta y es algo muy especial para mí.
¿Qué supone para vosotras ser parte de esta tradición tan arraigada en vuestro pueblo?
Estamos muy contentas de poder vivir esta experiencia. Siendo de Burgui y habiendo visto bajar la almadía tantos años es algo que teníamos que hacer. La verdad que siempre esperamos que llegue este día con muchas ganas pero no sabíamos que había tanto trabajo por detrás. Ahora nos damos cuenta de todo lo que cuesta preparar el día de la almadía. Echar una mano nunca viene mal y más cuando todo el pueblo se vuelca en preparar esta fiesta.
Siempre veíamos la almadía todos los años y en mi caso (Virginia) sentía mucha emoción. No me he perdido nunca el momento de la bajada, era muy emocionante y es muy bonito formar parte de la fiesta ahora en primera persona. Hay que seguir con las tradiciones y cada vez hay menos gente joven que se implica. por eso creo que nos animamos. Lo hacemos por el pueblo.
No será la primera vez que una mujer descienda en la almadía, pero si será la primera vez que lo hacéis como parte de esa tripulación de almadieros.
Os toca abrir camino, una responsabilidad grande imagino ¿cómo os sentís?
Estamos un poco nerviosas. En parte sí que es un poco de responsabilidad, pero solo esperamos que al igual que nosotras se anime más gente, tanto mujeres como hombres. Tenemos un poco de presión. Nos han aceptado muy bien. Antes igual se pensaba que era un trabajo más físico y que las mujeres no podrían con ello, pero ahora ya no. Nos están arropando mucho y enseñando. Hay que reivindicar la presencia de la mujer en todos los aspectos de la vida y en las tradiciones también.
Ojalá esto sirva para que otros años se animen más. El ir juntas nos ha animado mucho. Seguro que algunos mayores cuando nos vean bajar dirán: “¿pero qué hacen éstas?”. Pero también está el otro lado, el de nuestra generación, que es un impulso. El otro día las amigas nos animaban y nos decían que de alguna manera representamos a todas las mujeres. Eso sí, también nos han preguntado por el traje. Supongo que nos pondremos la misma vestimenta que los almadieros, algo al mismo tiempo típico y cómodo, pero no lo hemos decidido, así que sorpresa para ese día.
¿Sabéis ya en que puesto descenderéis?
No lo sabemos, no queremos hacernos muchas ilusiones, primero que podamos bajar y con eso ya sería mucho. No todos los años bajan todos los almadieros, ellos tienen unas reglas, depende de los días que hayas ido a trabajar, etc. De todas formas, ¡espero que bajemos bien agarradas! A pesar de haber bajado tantas veces en verano por la presa y después de haber roto unos cuantos bañadores, nunca hemos bajado montadas en una almadía, y la presa es lo más emocionante del recorrido.
¡Ojalá pueda ser este año el que bajemos en la almadía! Ah y que no bajemos en la alforja! (se ríen). Me acuerdo de un dicho que siempre dice mi abuelo: “la vida del almadiero que buena podría ser, si en la alforja con la bota se llevara a la mujer”. Pero, ya en serio, el salto de la presa sí da respeto. Ojalá todo salga bien y el tiempo aguante. Esperemos que no tenga que rescatarnos la DYA.
¿Algún buen consejo que os hayan dado almadieros veteranos ?
¡¡¡Que almorcemos bien!!! Eso es lo que nunca falta en ningún día de trabajo. Casi nos cuesta más almorzar que madrugar