Antiguamente, cuando no existían los frigoríficos, el hombre descubrió en la nieve el remedio para conservar frescos los alimentos durante un tiempo prolongado.

Con ella se refrescaban también las bebidas o se elaboraban refrescos y helados; incluso en el terreno de la medicina tenía importantes aplicaciones terapéuticas en procesos febriles o para aliviar ciertas enfermedades.

Fue a partir del S. XVI cuando se generalizó el uso y comercio de la nieve con estas finalidades.

Construcción de neveras

Para su almacenamiento en algunas localidades se construyeron neveras.

Su construcción variaba en función de las zonas. Algunas de ellas, como esta que se conserva en Burgui y a la que sus vecinos siempre han llamado “nivera”, eran construcciones subterráneas de piedra, de forma cilíndrica y con una cubierta para facilitar la conservación de la nieve protegiéndola de las condiciones meteorológicas del exterior.

Una rústica escalera a modo de peldaños voladizos permitía descender a su interior.

En el fondo, un desagüe o acequia favorecía la salida de las aguas sobrantes del deshielo.

A través de una puerta, se introducía y sacaba el género mediante la ayuda de una polea.

Almacenamiento

Durante el invierno se recogía la nieve lo más cerca posible del emplazamiento de la nevera, transportándola a lomos de caballerías si se encontraba algo más alejada.

En algunas ocasiones, para remediar la escasez de nieve, se recurría al hielo de las orillas de algún río cercano.

Para su almacenamiento se colocaban varios travesaños de madera sobre el fondo y sobre ellos una capa de matas secas o bojes que facilitaban el colado del agua derretida hacia el desagüe.

Conforme llegaba el género al pozo, se iba colocando en capas apisonando la nieve o triturando el hielo mediante mazas de madera.

Diversas capas de paja cada cierta altura de nieve favorecían su aislamiento.

Comercio de la nieve

La extracción de la nieve para su distribución y venta comenzaba, por lo general, a partir de abril o mayo. Se vendía libre de paja al por mayor pesándola en la romana o al por menor mediante balanza de platillos, uno de ellos obligatoriamente agujereado para dejar escurrir el agua.

Arriendos y condiciones

Generalmente, las neveras eran de titularidad municipal por responder a un servicio público de interés general y necesario, facilitando su adquisición a las clases sociales más modestas.

El municipio sacaba a subasta en los primeros meses del año el arrendamiento de la nevera.

Adjudicada la subasta al mayor postor, se firmaban las condiciones del arriendo mediante escritura pública ante notario y con la firma de testigos y fiadores.

Así, el nevero tenía la obligación de recoger, almacenar y distribuir la nieve pagando como contrapartida una renta anual al municipio, si bien debía de preocuparse de cumplir con dichas condiciones, pues cada vez que faltase nieve en su interior se le impondría una sanción.

La nivera de Burgui

De la nivera o nevera medieval de Burgui hay escasa documentación.

Los viejos papeles que se conservan en los archivos nos hablan de cómo en el siglo XVII la nieve debía de conservarse “con diligencia, limpia, dura, capaz de resistir altas temperaturas”.

En el “capitulado de abasto y provisión de la nebera de la villa de Burgui para el año de 1669” se prescribía, entre otras condiciones, que “el arrendador tenía la obligación de inchir (llenar) la nevera a su costa, y prober de la niebe necesaria a todos los vecinos abitantes y biandantes desde el día que le fuere mandado”.

En el libro de cuentas de la Cofradía de la Virgen de la Peña aparecen en aquel lejano siglo XVII algunas partidas de nieve para las comidas de los cofrades en el mes de septiembre.

Se sabe igualmente, a través de las actas municipales, que en el año 1669 la nevera fue arrendada por 90 reales a Martín Glaría, vecino de Burgui, durante un año.

Rehabilitación

Durante los años 2003 y 2004, a iniciativa de la Asociación Cultural de Almadieros Navarros y bajo la modalidad de voluntariado ambiental, varias decenas de vecinos de Burgui dedicaron sus esfuerzos a recuperar y acondicionar esta antigua nevera medieval.

Esta labor de recuperación del patrimonio histórico y etnológico burguiar contó con la colaboración del Ayuntamiento de Burgui y del Centro de Interpretación de la Naturaleza de Roncal.
Para la ejecución de este proyecto el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra y Fundación Caja Navarra concedieron las ayudas económicas que permitieron desarrollar el proyecto de recuperación en su totalidad.

Los trabajos de rehabilitación consistieron en desbroce y limpieza del entorno; vaciado del interior; reconstrucción de las paredes del pozo; reconstrucción de la escalinata de descenso; construcción de una cubierta cónica con teja de tablilla y de unas escaleras hasta la puerta de acceso; colocación de puerta, barandilla y verjas de forja; acondicionamiento del entorno; señalización, investigación y divulgación de documentación histórica.

Especialmente meritoria en todo este trabajo fue la participación de numerosos voluntarios, en su mayoría vecinos de esta localidad de Burgui, a los que a través de este panel queremos agradecer su colaboración y aportación desinteresada.