almadia003blanconegroLos inviernos en nuestros valles solían ser duros, con permanentes nevadas. Estos días de invierno eran los más descansados aunque nunca faltaban quehaceres en casa: partir leña, poner mangos a hachas y azadas etc.

Cuando el río presentaba el caudal adecuado era momento de almadiar, emprender la marcha. La almadía bogaba ya río abajo. Había comenzado un viaje como tantos y, a la vez, nuevo y distinto. ¡Todo el mundo ojo avizor, porque tras cualquier recodo podían acechar el riesgo y el peligro!

Al almadiar era imposible evitar mojarse, agua a la rodilla o «al culo» era lo normal en los viajes más tranquilos y apacibles. Uno de los puntos considerado como de primera categoría por su dificultad y riesgo era la presa de Burgui, pero no era el único, cabe destacar la dificultad al atravesar Roncal, Sigües, las foces de Usún, Lumbier y Arbayún, y numerosas presas que atravesaban en su recorrido.

No siempre salían las cosas a pedir de boca y se originaban percances, leves algunos y graves otros, donde no pocos almadieros perdieron la vida.

Merecen una reconocida mención aquellas mujeres que quedaban al cargo de las labores domésticas,.

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