GORKA AGUINAGA UDI

COCINERO, PREMIO ALMADÍA DE ORO 2018

El hacha siempre a punto, los troncos bien seleccionados y cortados en el momento adecuado, jarcias recias y bien retorcidas, el río con buena agua, las manos ágiles y atentas a cada recoveco del cauce, el espaldero bien ceñido… son algunas de las claves para que una almadía y sus almadieros lleguen a buen puerto.

Es por ello que el colectivo almadiero siempre se ha visto reflejado en el quehacer de los cocineros, otro gremio que necesita para su éxito disponer de unos buenos condimentos y de unas manos ágiles, que sean a la vez artistas y artesanas.

Y cuando en tierra de almadías y de almadieros, como lo es en este caso el valle de Salazar, surge un cocinero de renombre de la talla de Gorka Aguinaga, de Ezcároz, la Almadía de Oro podemos decir que se queda este año en casa. Porque el galardón de los almadieros navarros va este año para él.

En Gorka confluyen valores humanos como la nobleza, la bondad, el esfuerzo permanente… y todo ello lo traslada a sus platos. Poco a poco, muy discreto él, nuestro cocinero se va situando en la élite; le hemos visto ganando en Navarra la Semana del Pincho al frente de la cocina del Iruñazarra, o la Semana de la Croqueta; lo estamos viendo obtener premios en diversos concursos, su nombre empieza a sonar en este reino de la gastronomía que es Navarra. Pero lo que el gran público desconoce es que sus cualidades le han hecho estar al frente de un banquete real en el que el propio rey Juan Carlos I le felicitó personalmente saltándose ambos todo tipo de protocolos.

Y en el origen de esta brillante trayectoria están las enseñanzas de la abuela y del padre, está el pueblo, está el Pirineo. Si su padre fue jefe de cocina del Hotel Blanca de Navarra, Gorka lo fue del Gran Hotel La Perla, en donde le tocó cocinar para grandes personalidades.

Pudiéramos decir, y lo decimos, que Gorka Aguinaga representa también al Pirineo navarro. Salacenco por los cuatro costados y trabajando en un restaurante regentado por una familia aezkoana.

Es por ello que la Almadía de Oro premia este año una trayectoria, una profesionalidad, unas cualidades culinarias, y una forma de ser. Y además es de casa.

Federación Navarra de Pelota Vasca, premio almadía de oro 2018

JUEGO DE LA PELOTA, PATRIMONIO MUNDIAL

No sabemos desde cuándo, ni cómo era entonces ese juego, pero lo que sí sabemos es que el juego de la pelota lleva entre nosotros muchísimos años, si bien es a mediados del XIX cuando en algunos de los pueblos roncaleses se levantaron frontones bien hechos para dar salida a la popularidad que este juego había adquirido entre los lugareños. En el resto de Navarra pasaba algo parecido, aunque lugares de “juego nuevo de la pelota” se documentan desde el siglo XVIII en la Comunidad Foral de Navarra.

Uno de los mayores aficionados a este juego fue precisamente el tenor roncalés Julián Gayarre, quien en 1887 hizo construir en su pueblo natal un frontón para la modalidad de laxoa, auténtica reliquia arquitectónica a día de hoy, a donde el tenor acudía en los veranos para practicar este deporte.

Y lejos de ir a menos, el siglo XX fue un auge importante para el juego de la pelota, lo mismo en el valle que en el resto de Navarra, hasta el punto de que de la popularidad de este juego se pasó a la profesionalidad impulsada y dirigida desde la Escuela de Pelota “Toki Ederra”, donde hoy los niños y niñas del valle reciben la formación adecuada para desenvolverse.

Desde la Asociación Cultural de Almadieros de Navarra queremos tener este año un detalle de agradecimiento hacia la Federación Navarra de Pelota, y con ella a la Escuela de Pelota “Toki Ederra” y a cuantos en estas últimas décadas le han dado vida. Reconocemos en el juego y deporte de la pelota vasca un valor patrimonial que va mucho más allá de nuestras fronteras. La pelota, como la navegación fluvial de la madera, es ya patrimonio mundial. Para ellos nuestro reconocimiento en forma de galardón, en forma de Almadía de Oro.